Tiempo de creer
Ahora o nunca. Esa es la verdad. No se trata de ser alarmista, ni de jugar con los sentimientos de los venezolanos. Lo cierto es que se ha puesto en marcha el plan definitivo para controlar las instituciones del Estado y de seguidas a la sociedad venezolana. Esa es la treta de Chávez, que para ser justos hay que admitir que jamás ha ocultado sus intenciones.
Los pecadores hemos sido los ciudadanos que nos volvemos ingenuos e incrédulos, cada vez que se discute en torno al proyecto comunista que trae el alumno aventajado de Fidel desde la propia Habana.
¿Qué debemos hacer? Lo primero es estar claros de la espantosa realidad que estamos viviendo. No se trata de especular respecto a conjeturas o simples suposiciones, como aquellas que giran en torno a rumores o a algo que escuchó por allá, o la anécdota que trae alguien acongojado por las malas nuevas que reporta con inflexión propia de los asustadizos.
La cosa va en serio, ahí está la reforma que se empeñarán en imponer con el aditamento de una supuesta consulta electoral que servirá para “legitimar” el golpe constitucional ante la comunidad internacional.
Como ya lo he comentado en anteriores crónicas se trata del futuro. Para permanecer en el poder perpetuamente se requiere contar con una fórmula, con argumentos jurídicos para avalar los despropósitos a que hubiera lugar, para que en el mundo no se hable del tirano, sino del hombre que es reelegido una y otra vez con las condiciones que diseña y aplica eficientemente el aparato que le sirve en su oficina de asuntos electorales, léase CNE.
Si hay que dictar una sentencia en el Tribunal Supremo de Justicia, pues allí estarán prestos los magistrados que cumplirán su misión en nombre de la revolución, como lo han venido haciendo el fiscal, El contralor, el defensor del Pueblo, y pare usted de contar.
La mesa está servida para que Chávez deguste su manjar. Los venezolanos podremos hacer el triste papel de taberneros que le facilitemos la culminación de la gran fiesta. Con esa nueva constitución, Chávez tendrá todo a sus pies, ahora con la seguridad de que será reelecto cada vez que le venga en ganas; contará con una Fuerza Armada Bolivariana que acatará al caudillo y no a los principios de la carta magna; administrará un Banco Central que derivará en cochinito de alcancía buchón de donde sacará los dólares como mejor le parezca. La propiedad privada estará sujeta a los caprichos del jefe y la educación de nuestros hijos cada día se asemejará a la que se imparte en Cuba.
Por todo ello es tiempo de luchar sin estar viendo para los lados y apolillarnos en los recuerdos de lo que hicimos mal o dejamos de hacer. ¡Claro que se han cometido errores!, pero es el turno de rectificar actuando con sentido común y con la responsabilidad del caso. Vamos a unirnos para enfrentar esta mascarada.
Vamos a movilizarnos el próximo 22 de septiembre por la democracia, por la liberad, por la seguridad personal, por la justicia. Es nuestra obligación como amantes de la libertad.
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